Cada sentimiento, cada suspiro, es una melodía que resuena en cada célula de tu ser. Somos energía en movimiento, y nuestras emociones son las partituras que danzan en nuestra existencia. A veces, estas melodías son dulces, otras veces, más bien amargas. Pero todas, absolutamente todas, nos hablan. Nos hablan de quiénes somos, de lo que nos mueve, de lo que nos duele.
Las emociones, esas corrientes invisibles que nos atraviesan, también encuentran su hogar en nuestro cuerpo. ¿Sabías que la ansiedad abraza nuestro estómago, que la frustración sacude nuestra vejiga, que la ira se anida en nuestro hígado? Nuestros órganos son el lienzo donde pintamos nuestras emociones más profundas.
Pero no todo es melodía en armonía. A veces, estas emociones se enquistan, se atascan en lo más profundo de nuestro ser, generando un bloqueo que no solo oscurece nuestra mente, sino que también hiere nuestro cuerpo. El dolor, la enfermedad, son la voz de nuestro cuerpo que clama por ser escuchada.
¿Qué hacer entonces? Escucha. Escucha a tu cuerpo, deja que te hable en susurros, en gritos, en lágrimas. No huyas de lo que sientes, acéptalo. Porque aceptar es el primer paso hacia la sanación.
Te invito a la Formación CuerpoEmoción, un viaje hacia el autoconocimiento, hacia la liberación de esos nudos emocionales que te atan. Déjate llevar por la sabiduría de tu cuerpo, porque él siempre sabe el camino a seguir.
